El azar a veces es anti-laburante. Por fin un feriado para sentarse a ver partidos desde la cama al grito de soy un pastelito horneado de canela y el bolillero nos pone Marruecos, Irán y Arabia Saudita. Así es muy difícil.
La mañana argentina arrancó con Portugal-Marruecos. La última vez que se habían enfrentado en Mundiales, en México '86, fue victoria marroquí 3-1. Esta vez el trámite fue distinto, ya que Cristiano Ronaldo (hasta ahora, la estrella de Rusia 2018) conectó de cabeza un corner en el minuto cuatro y puso en ventaja al conjunto portugués. A partir de ese momento el partido mostró un leve dominio de Portugal. Marruecos, sorprendentemente, plantó un 4-3-3 ofensivo, casi atrevido, y generó muchas situaciones de la mano de Nordin Amrabat, la estrella del Leganés, que con sus desbordes lo tuvo de hijo a Raphaël Guerreiro. En el segundo tiempo, el conjunto de Cristiano se retrasó aún más y no tuvo empuje como para cerrar el partido, lo que terminó convirtiendo a Rui Patrício, el muy buen arquero portugués, en una de las figuras. Con este resultado, Marruecos -que no jugó mal y mereció mejor fortuna- se quedó afuera de todo.
El concurso-de-grandes-equipos-ganando-lastimosamente en el que se ha convertido este Mundial continuó con un 1-0 de Uruguay sobre Arabia Saudita, conjunto que venía que comerse cinco frente a Rusia y que no quería más papelones. Juan Antonio Pizzi metió varios cambios con respecto a la humillante derrota del debut, incluyendo al arquero, pero fue precisamente el 22, Mohammed Alowais, quien salió a cazar mariposas en un corner y se la dejó servida a Luis Suárez, el primer uruguayo en convertir en tres Copas del Mundo. A los saudíes, que en general vienen a los mundiales a pasear, les faltó hambre y fútbol para si quiera buscar seriamente el empate. El tiempo se agotó y fue clasificación para la Banda Oriental, que sin sobrarle nada avanza nomás a la próxima ronda de la competencia. El lunes define con los anfitriones el primer puesto del Grupo A.
Luego del electrizante empate frente a Portugal, España enfrentaba a Irán con la obligación de sumar de a tres para enderezarse en la tabla del Grupo B. Pero los partidos con la selección iraní siempre son complicados: si bien nunca pasó de la primera ronda en un Mundial, desde Francia '98 que nunca pierde por más de dos goles. Por estas pampas está fresco el recuerdo de aquel eficaz planteo del conjunto de Carlos Queiroz frente a la Argentina de Messi en el Mundial 2014, un cerco perfecto con el que los asiáticos mantuvieron la valla en cero hasta que el mejor de todos frotó la lámpara con aquel zurdazo salvador en el minuto 92. Lo de hoy fue parecido. Alguno podrá acusar al planteo de mezquino, pero ¿qué otra chance tiene una selección mediocre, de mitad de tabla para abajo, frente al all-star del Barcelona y del Real Madrid? España, como es costumbre, deslumbró con el tiki-tiki (y el cerebro inoxidable de Andrés Iniesta) pero fallaba en la definición, y si encontró el gol fue solo gracias a un rebote. Minutos más tarde tuvo lugar uno de esos momentos mágicos que solo puede brindar la Copa del Mundo, y fue cuando Vahid Amiri, delantero del Persepolis Tehran, le tiró un caño delicioso a Piqué. Acto seguido tiró un centro genial que casi se convierte en el empate de Irán. La igualdad, de hecho, llegaría en una de esas jugadas confusas donde pasa de todo en el área, pero mientras todo Irán (la selección y el país) estallaba en festejos, los burócratas del VAR se tomaron unos eternos dos minutos para concluir que todo estaba anulado por posición adelantada. Como si esto no fuera suficiente, hubo tiempo para otro de esos instantes inolvidables de Rusia 2018. Minuto 93 y monedas, el partido sigue 1-0, lateral para Irán. Última jugada del partido y la chance para apurarlo, hacerlo bien y llevarse un empate. Y Milad Mohammadi hace esto. (Se ve que estuvo practicando su saque en The Mauricio Macri School for Kids Who Can't Do a Proper Throw-in.) Sea como fuere, Irán sigue con vida tras su victoria sobre Marruecos en la primera fecha, y depende de sí mismo para ir con todo contra Portugal. En los papeles no tiene grandes chances, pero ya lo dijo Ricky Martin: nada es imposible si se funden los fusibles del corazón.
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