Parece un McGuevara's... miércoles, 14 de septiembre de 2005

En un teórico desgrabado de hace ya un tiempo, Mangone hablaba de cómo la industria cultural rehabilita a la vanguardia. ("Rehabilita en el sentido de que lo vuelve menos transgresor y le quita el cuestionamiento")

...un ejemplo muy interesante es el del hipismo. En la historia argentina, en la historia de la industria cultural... quizás un emblema de la tilinguería de la clase media y del periodismo argentino fue la revista Gente, digo esto no por hoy porque hoy es una revista de poco alcance, pero llegó a 500 mil ejemplares por semana. Ustedes siempre recuerden que este país, año 2003, a toda la gente promedio que cumplió 18, 19 años, 22 años en el año sesenta, y de ahí para arriba. O sea que hoy una persona de 65 años, tenía 22 años, quizás la edad de ustedes en el momento en el que estaba el Club del Clan, piensen que esa gente se crió con el Club del Clan, digo, para dar un dato, tenemos que esperar, quizás dentro de 30 años estamos peor los que nos hemos criado con Los pibes chorros, pero hay que advertirlo eso, hay que tenerlo en cuenta. Digo, mucha gente de la que hoy vota compraba revista Gente como un hábito semanal.
Cuando aparecieron los hippies de Plaza Francia, fue el momento en que apareció la revista Gente en 1965, y la revista Gente hizo una campaña demoledora contra el hipismo, y los hippies de plaza Francia no son los hippies californianos, son los artesanos, que porrean, que hablan de la paz y el amor, y citan a Ginsberg a Ferlinghetti, y a algún que otro poeta hippie o beatnik. Entonces ¿qué ocurrió? La revista Gente tomó al hippismo como un modelo de disfunción social: no trabajaban, no se bañaban, no se cortaban el pelo, y sobre todo –y esto es lo más terrible-, hacían el amor muy seguido y sin fines reproductivos. Entonces la revista Gente sacó en sus tapas notas en las que se preguntaba "qué hacemos con esto?" (vieron que el periodismo cuando quiere atacar a algo dice "qué hacemos con esto"?).
Cuando llega Onganía, desocupación, cierre de los comedores estudiantiles en las universidades, cierre de los ferrocarriles, de los ingenios en Tucumán, persecución política, censura, etc, la juventud, y ya la misma juventud trabajadora que oponía a estos hippies la revista Gente diciendo "por qué no haces como él, estudiá y trabajá"... se va desplazando hasta niveles de politización muy crecientes que van a coronar el Cordobazo, la revuelta juvenil del Mayo Francés, la revuelta juvenil de los campus universitarios norteamericanos contra Vietnam... y ahí en la revista Gente empieza a advertir lo "locos lindos" que son los hippies, lo creativos, "déjelo, déjelo con la guitarrita", "es un bohemio, ¿qué mal hace un bohemio?", antes se oponía al hippie con el joven estudioso y trabajador. Cuando el joven estudioso y trabajador empezó a politizar su práctica, a cuestionar el sistema, a organizarse hasta incluso –digámoslo- la lucha armada, apareció este hippie inofensivo... "si está durmiendo todo el día, si se ríe por cualquier cosa, si toca la guitarrita, qué mal puede hacer?", "no le corte el pelo, -más aún- fomente el pelo largo, y si bien hacer el amor todo el tiempo puede traer problemas porque trae gente al mundo, no se cuidan los chicos, etc, hagamos que el amor se haga en los medios todo el tiempo", y a partir de ahí viene un proceso de despolitización que es un proceso de recuperación. Se rehabilitan ruidos del sistema como sonidos, como melodías, lo que se escuchaba como una interrupción se vive ya funcionalmente.

1 comentarios:

intersticio dijo...

funcionalismo, querido funcionalismo de le exxtrema derecccchhchcchchia!


que si no hace slas cosas como a mi me gustan..


firma fernandez meijide