Lo vimos en muchas películas: lloriqueos visibles, quejidos, palmadas en la espalda. Como odio las despedidas, dice alguno. Yo también, le responde el otro. Se abrazan, o hacen como si, y de fondo el aeropuerto. Suelen ser historias felices.
Cambiemos aeropuerto por terminal de micros, lloriqueos visibles por lágrimas internas, palmadas en la espalda por hermosos besos, y he aquí nosotros este domingo. La certeza de volver a vernos, la intertidumbre sobre cuándo, y la distancia (esa frase hecha, cliché que define lo nuestro) siempre presente, entre nosotros como un recurrente tercero en discordia.
Pero, como en las películas, estoy seguro que tendremos un final feliz.
Todo esto todavía tiene sentido.
There is no sweet without the sour
Hace 4 años.
1 comentarios:
¿"todavía" tiene sentido?
Lo va a tener siempre, amor. No me importan los cliches, no me importan los micros, no me importa nada.
Nisiquiera quedar como una cursi. Lo soy, y qué.
Me encantó este finde con vos, Fede. El malba, el tren, el quilombo, lo kosher... y lo que nosotros solo sabemos.
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