¿Para qué madres es el Día de la Madre?
por Beatriz Sarlo
Es fácil repetir cada tercer domingo de octubre que el Día de la Madre se potencia por una combinación astuta de sentimentalismo cálculo mercantil. Si dentro de cien años se perdiera toda huella de lo acontecido y sólo quedaran los ejemplares de los diarios, quien los leyera para enterarse de lo que hoy sucede en la vida cotidiana argentina, sacaría la conclusión de que el llamado Día de la Madre era el nombre con que los nativos designaban una Gran Feria de Electrodomésticos, Gadgets Tecnodigitales y otras mercancías especialmente dedicadas a la mujer. Sin embargo, debe haber algo más que eso para que los millones que tienen plata se lancen al mercado y lo millones que no la tienen se sientan, en las semanas preparatorias al festejo, doblemente excluidos del banquete.
Pese a que han proliferado los días dedicados a diferentes categorías de personas y de parentescos, incluso por medio de la importación de fechas desde Estados Unidos, como San Valentín, jornada dedicada a los que se aman o creen amarse o dicen que se aman, y San Patricio, que los fabricantes de cerveza, los dueños de pubs y los oficinistas de la city porteña prácticamente le expropiaron a la comunidad irlandesa, que antes lo festejaba en nostálgica soledad, el Día de la Madre conserva algo de su cualidad pionera.
Hace medio siglo, antes de que la escuela primaria considerara que su misión es seguir los caprichos del mercado, los medios o las costumbres, antes de que las maestras fueran impulsadas por una pedagogía populista a escuchar hasta el último soplido que recorra los sueños de "la gente", en las aulas sólo el Día de la Madre era admitido como ocasión para fabricar deformes manualidades hegemonizadas por la flor azul del nomeolvides y el encantador gusto acumulativo del kitsch preferido por los niños para quienes siempre más es mejor que menos. El barroco infantil y docente encontraba un objetivo loable en el Día de la Madre, reduplicándose en la consigna de que la maestra era la segunda madre de sus alumnos (mandamiento pesado de cumplir en todos los sentidos y, probablemente, no demasiado sensato, ya que es mucho pedir a cambio de un sueldo). En esa época,eran inevitables las redacciones "a la madre" que concentraban el romanticismo sentimental procreado por los poemas de antología y la canción popular. Una de extraordinario éxito tenía el imaginativo título Las manos de mi madre;por su parte, el tango proporcionó los guiones de madres cuya vida transcurría lavando a la intemperie en un piletón que hoy la subasta de electrodomésticos ha vuelto inútil en los sectores medios con acceso al crédito.
Pero si tuviera que elegir cuál es el cambio cultural más notable del festejo, no dudaría en señalar los almuerzos en restaurantes. El Día de la Madre se ha exteriorizado trasladándose a los espacios públicos. No sólo porque de ese modo se evita que la festejada esté obligada a cocinar desde las siete de la mañana un almuerzo que más que celebrarla a ella exalta su tradicional deber como alimentadora manual de una familia, sino porque el restaurante (junto con el delivery) han cambiado radicalmente los hábitos en las últimas dos décadas. Y como las madres y sus variados tipos de familia están acostumbradas a comer afuera, la oferta para su día debe introducir necesarias variaciones respecto de las rutinas (esto también puede comprobarse en un recorrido somero de los avisos con su menúes de tres pasos en todas las categorías). Lo dicho vale para las madres de los sectores que puedan pagarlo.
Están, por supuesto, las demás madres para quienes el dispendio o simplemente la posibilidad del festejo es un insulto. Por ejemplo, las madres que todos los días comen afuera o mandan a sus hijos a comer afuera, en los comedores populares; las madres de trece, catorce o quince años, algunas de ellas viviendo en instituciones que colgarán unas melancólicas guirnaldas; las abuelas que son madres de los hijos de sus propias hijas, porque no pudo evitarse que una chica con la primaria incompleta (o sin la primaria en absoluto) quedara embarazada sin darse cuenta.
Todas esas madres y todos esos hijos no tienen nada que festejar en este día ni en ningún otro. Muchas están viviendo sobre el barro pestilente de algún río contaminado, en la peor zona de una villa miseria, en la escalera de un subterráneo. La categoría de Madre les ha caído como un destino que no pudieron evitar y que,aunque hubieran querido evitar, no hubieran podido hacerlo. Esas mujeres no están invitadas a este festejo ni a ningún otro y las alegrías de la maternidad son una promesa que no se realizará nunca.
Son madres por default, porque estaban allí y les sucedió la maternidad como sucede algo que proviene sólo de la naturaleza incontrolada,del orden de lo que no se elige sino que se soporta. Podríamos elegir una fecha diferente para las madres por destino de clase: el Día de la Madre Pobre que se celebraría junto con el Día del Niño con Desigualdad de Oportunidades desde la Concepción.
Hace 4 años.
7 comentarios:
Solo una palabra: durísimo.
¡Ah! ¿Cómo? ¿Esas también son madres?
Se imaginan el dialogo:
- Felí' Día Má!
- Callaaá vo' y anda al semáforo mocoso
- Pero mirá, un regalo
(la joven madre con sus apenas 17 años no puede contener la emoción ante tamaña demostración de afecto)
- *snif* Ay, Rodrigo miamor...y qué es? *snif*
- Una piedrita de paco mami, yo sé que te gusta, me la dió El Goma
- El Goma? No te puedo creé' despue' le vamo' a agradecé'
(y asi fue como esa misma noche El Goma se garchó a la madre de nuestra historia y 9 meses después el pequeño Rodriguito tubo un nuevo hermanito)
Qué poco gracioso.
Y "tubo" va con v corta bruto infeliz.
son un animal la concha de tu madre, odia a las personas como vos que se burlan de la gente que no tiene plata, seguro q la guita q tenes vos es de tus viejos y no fruto de tu propio trabajo, asi q mejor no hables...
Nótese además que fue el único anónimo de todos los que firmamos. No le da ni para dar online la cara...
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