Let's Make Money
Erwin Wagenhofer
Austria, 2008
La prensa diaria está obligada a vender cada acontecimiento que cobre como algo novedoso, impredecible, como para poder justificar su lugar de noticia, a partir de ciertos criterios de noticiabilidad. En otras palabras: si no es novedoso, impestivo, extraordinario o sorprendente, no es noticia.
La llamada "crisis mundial" ha sido tratada, desde los medios masivos, como algo tan impredecible como un tsunami. ¿Las causas? Muchas, todas, vagas: ninguna. ¿Es tan así? ¿Es el "fuimos todos" para decir, en realidad, que no fue ninguno? ¿Hay que elegir un malo maloso (el actual: Bernard Madoff --de profesión, estafador) y los demás nos vamos todos a comer un churro hasta que pase el temblor? ¿Nadie la vio venir?
Patrañas. Hay causas más o menos identificables, cadenas causales, distintos niveles de responsabilidad. De eso se encarga el documental austríaco Let's Make Money.
He aquí el gran ejercicio: de Basilea a Ghana, de Génova a la India, se trata de enfrentar las variables dominantes (inversión, PBI, todos los indicadores mágicos y "buenos" para los liberales) con sus efectos sociales. El capital fluye hacia los países "abiertos al mercado" y no paga impuestos. Quienes sí pagan, claro, son los trabajadores, tipos que en ocasiones ganan 50 euros al año. Con su tributo -al consumo, como en el caso del IVA- financian, entre otras cosas, los "rescates" a empresas con gerentes que cobran un par de millones en bonos, premios y comisiones. En fin, el famoso juego de contrastes a los que tan acostumbrados nos tiene el neoliberalismo salvaje. En ese sentido, a Let's Make Money le pasa lo mismo que a Deuda de Lanata: cobra valor sólo para aquellos que hayan vivido en un tupper durante los últimos diez años y necesiten algún tipo de pantallazo general.
Para los demás, quizás sólo aporten las declaraciones cínicas de ciertos garcas europeos y norteamericanos, y algunas imágenes grotescas, impactantes, de la burbuja inmobiliaria española.
Lamentablemente, su director no tomó las decisiones estéticas y narrativas correctas, ya que el relato no sigue un hilo claro y a menudo se contrastan voces que no tienen demasiado de qué dialogar entre sí, poniendo -por ejemplo- a un sociólogo denuncista como la voz que se adivina más cercana a la del realizador. Hubiese funcionado mejor el simplemente dejar hablar a los banqueros y especuladores, y que sus relatos caigan por su propio peso por la radicalidad de sus planteos -algo que logró, con mejores resultados, Gabriel Mascaro cuando se limitó a entrevistar a dueños de penthouses cariocas en Um Lugar Ao Sol.
Más allá de eso, el documental es una prueba más de que los medios, en su frenético día a día, se equivocan al naturalizar la crisis y al mostrarse sorprendidos frente a este estado terminal del mercado especulador. Le ayudará a vender más, sí (en época de crisis, justamente), pero a costa de obviar lo que afirma este trabajo y vienen sosteniendo tantos otros: que este capitalismo de casino no da para más. Que es hora de barajar y dar de nuevo, porque sino esto se va al caño.
6 billies
Hace 4 años.
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