Pixar: arte y mercado jueves, 9 de abril de 2009

Hace unos años señalábamos en este espacio las complejas relaciones que existían entre arte y mercado, aplicándolas al caso Disney a propósito del lanzamiento compulsivo de remakes y fórmulas seguras. En los últimos días se sucedieron algunas novedades y comentarios que quizás ayuden a trazar conclusiones adicionales.

Disney-Pixar: de encuentros y desencuentros

A pesar de exhibir una nutrida historia, que incluyó algunos hitos impresionantes en la historia de la animación (en especial en lo referido a adaptaciones de viejos clásicos), la empresa del ratón Mickey comenzó, a mediados de los '90, un marcado declive en la calidad de sus producciones. O bien las ideas se estaban agotando, o bien no había una decisión desde la gerencia en jugarse por ellas.

Sin embargo, algo cambia por aquellos años. En 1995, Disney produce Toy Story, el primer largometraje enteramente hecho por computadora, en sociedad con un estudio de animación que por entonces se encontraba en ascenso: Pixar. El film fue un regreso a las mejores tradiciones del buen cine animado: los méritos iban para su director, John Lasseter, quién además era uno de los socios fundadores de la joven compañía.



A la Walt Disney Company le convenía esta sociedad: valoraba los aportes de la empresa de Emeryville, que ostentaba una filosofía mucho más fresca y relajada. Mientras que los nietos de Walt seguían obstinados en producir paupérrimas secuelas directo-a-DVD como Tinkerbell Movie, El Libro de la Selva 2 o El Rey León 3, las principales cabezas creativas de Pixar ponían el acento en las historias memorables y los personajes queribles. “La calidad es el mejor plan de negocios”, afirmaba Lassater.

La postura de Pixar con respecto a la fábrica de chorizos industrial es bastante sencilla: sólo producir una segunda parte si hay una gran historia detrás de ella. La excelente Toy Story 2 -única secuela de Pixar hasta el momento- es el mejor ejemplo de ello. Todos sus otros films fueron ideas originales, con el riesgo que eso conlleva en una industria como el cine mainstream y sus altísimos costos de producción. Todos resultaron ser grandes éxitos de crítica y taquilla.



En 2004 se acabó el contrato estipulado para la sociedad -cinco largometrajes- y las empresas rompieron relaciones. ¿Los motivos? Pixar cargaba con la producción de las películas, y Disney con el marketing y la distribución -un laburo más sencillo, sobre canales ya instalados. Para colmo, el contrato estipulaba que la empresa de Mickey retenía todos los derechos sobre las potenciales secuelas. Por más que regía un acuerdo de palabra sobre la instalación de franquicias (debía ser consultada previamente), Lassater ya se imaginaba un Buscando a Nemo 7...

El divorcio duró hasta principios de 2006, cuando Disney finalmente compró a Pixar por un total de 7,4 billones de dólares. A partir de ahora, John Lassater trajaba para Roy Disney (el sobrino de Walt), pero con un grado de libertad bastante amplio para crear y desarrollar proyectos animados. El acuerdo le garantizaba el control de Walt Disney Feature Animation, y aquí comienza una nueva levantada en calidad.

Pixar inyecta originalidad

Ya antes de la adquisición, Lasseter se había quejado públicamente acerca de la pésima calidad de las secuelas, sosteniendo que “erosionaban el valor de las producciones originales”. Una vez en control, cerró el grupo DisneyToon Studios y prometió que no se harían más secuelas directo-a-video de las producciones animadas. Gracias a dios, dejaremos de cruzarnos en el maxikiosco con títulos del estilo “Cenicienta 4 + reviposter”.

Este nuevo margen de libertad creativa permitió que Lassater impulsara películas que, sin dejar de ser atractivas para los grandes públicos, desafiaran algunas de las reglas más conservadoras de Disney y el mercado en general.

Ahora bien, ¿no podríamos pensar que los accionistas están sencillamente encantados con estos tipos? No tanto. La línea de pensamiento de la ortodoxia de mercado es: (a) los tipos estos hacen buenas películas; (b) estas buenas películas nos dejan guita; (c) pero, ¿nos están dejando toda la que podrían?

Recordemos que los principales personajes de todas las películas de Disney son rápidamente traducidos a cínco líneas de negocios: juguetes, moda, útiles escolares y salud y belleza -tal como cuenta MaryBeech, Manager de Desarrollo de Franquicias Globales de Disney Consumer Products. Esto explica por qué algunos ejecutivos temblaban cuando oyeron la historia de Ratatouille: ¿una rata en una cocina? O por qué desconfiaron de Wall-E: ¿una película para chicos casi sin diálogos? A medida que pasa el tiempo, las películas de Pixar se van alejando de las fórmulas fáciles y los estilos reconocibles.



Up, o el miedo al riesgo

El domingo pasado el New York Times publicó un artículo en el que accionistas y grandes tiendas de juguetes expresaban su preocupación con respecto a Up, la nueva película de Pixar.

El film trata sobre un septagenario vendedor de globos que, luego de la muerte de su esposa, se va a conocer Sudamérica. El film está co-dirigido por Pete Docter -director de Monsters Inc. y uno de los guionistas de Toy Story-, y su productor ejecutivo es el propio Lassater, fanático declarado del prestigioso animador japonés Hayao Miyazaki.

Thinkway Toys, colaborador regular de Pixar, anunció que esta vez no producirá merchandising, arguyendo que la historia es “inusual” y “difícil de promocionar”. Wall Street también le baja el pulgar: “Las preocupaciones crecen porque cada película lanzada parece ser menos comercial que la anterior”, se queja Doug Creutz de la financiera Cowen and Company.

Up abre el mes próximo... en Cannes.

6 comentarios:

Netomancia dijo...

Me parece genial la política de Pixar de no "hacer" en "base a". Cómo dice el eslogan del Cartoon: "Hacemos lo que queremos". Y tienen éxito.

Dante dijo...

Sí, la actitud la banco. Wall-E, igual, me pareció un bolazo...

Veremos qué pasa on Up

Fede / Billie dijo...

Exacto. En uno de los artículos citados esto está explicado. Los que tuvieron la idea de "Toy Story 3" fueron los de Disney, que se largaron a hacerla cuando todavía estaban peleados con Pixar:

In 2004, when the contentious negotiations between the two companies made a split appear likely, Disney Chairman at the time Michael Eisner put in motion plans to produce Toy Story 3 at a new Disney studio, Circle 7 Animation. (...) In January 2006, Disney bought Pixar in a deal that put Pixar chiefs Edwin Catmull and John Lasseter in charge of all Disney Animation. Shortly thereafter, Circle 7 Animation was shut down and its version of Toy Story 3 was shelved.[6] The following month, Disney CEO Robert Iger confirmed that Disney was in the process of transferring the production to Pixar

Si Lassater cumple su promesa con respecto a las secuelas, podemos decir que al menos el proyecto ahora está en buenas manos.

SirThomas dijo...

“Las preocupaciones crecen porque cada película lanzada parece ser menos comercial que la anterior”, se queja Doug Creutz de la financiera Cowen and Company.

Muy contundente esta frase jaja.

Interesante la lectura.

Ahora que loco que abre Cannes (?)

Saludos.

Marco Mustapic dijo...

Este dibujo sobre Pixar vs Dreamworks me hizo reir mucho

http://www.culch.ie/images/pixarvsdreamworks.jpg

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.