1° de Enero, 2000. De la Rúa presidente, simil paranoia Y2K y muchos, muchos, muchos fuegos artificiales. Quien suscribe se encuentra en la terraza de una casa alquilada, con un CD de The Offspring en la mano.
Tenía 14 años.
Como se habrán dado cuenta, soy un claro hijo de mis tiempos. Por más que insista en nutrirme de las fuentes musicales clásicas, alcancé la adolescencia en los primeros años de esta década. Me encantan los Beatles, Led Zeppelin, The Clash o Pixies... pero lo cierto es que muchas de mis bandas favoritas me son absolutamente contemporáneas.
Disfruto sobremanera de las canciones de Janis Joplin, Chuck Berry o los Rolling Stones. ¡Para qué negarlo! Pero me pasa algo: con ellas, siempre tengo la impresión de que estar rescatando del baúl una serie de cositas consagradas, cerradas. Como quien está de paseo por algún museo. "Atención pasajeros, si miran a su derecha podrán escuchar Blowin' in the wind" (murmullos de admiración).
Los grupos contemporáneos, en cambio, están escribiendo la historia cada día. Una historia menos mítica, en tiempos desencantados, mercantilizados, lo que sea. Pero al menos uno puede acompañar este proceso, ver a Radiohead, The Hives o The White Stripes en vivo y sentirse, aunque sea por un segundo, parte de eso.
Las perspectivas no son malas, en absoluto. Una década que había comenzado con Limp Bizkit, Staind, Creed y N*Sync liderando los charts -y en donde los espacios para otros sonidos habían sido reducidos a la pura marginalidad- termina con la explosión y consolidación del indie que había empezado a perfilarse a mediados de la década anterior. Spoon, Arcade Fire, TV on the Radio, Modest Mouse, Kings of Leon, Death Cab for Cutie copan las radios offline y online, venden cientos de miles (o millones) de copias, son fenómenos medianos. Y en ese sentido son tiempos muy excitantes para la música.
A ver si me explico: cualquiera puede fabricar canciones grasunas populacheras o (en el otro extremo) entregarse al experimentalismo autoindulgente radical. El verdadero desafío está en el medio: en poder ampliar las fronteras de lo decible, de lo cantable, de lo escuchable. De jugar con los límites que impone la industria --aunque esa industria sea, supongamos, un sello modesto. Es decir, todo lo que está en el medio.
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El año pasado mi buen amigo Fedefer publicó un ambicioso ranking en el que se detallaban las que eran, a su entender, "las 100 mejores canciones del rock". La idea de poder acercar una lista jerarquizada, comentada a un público más amplio me pareció sencillamente genial. Aquí arranco, pues, con un listado quizás más modesto, presentando lo que a mi entender son Las mejores 100 canciones de la década.
A la tarde arrancamos. Por lo pronto, vayan preparando sus auriculares.
Hace 5 años.
3 comentarios:
¡¡¡Dale, neneeeeeeeeeeeeeee!!!
;D
Esperaremos pacientes el listado. Buenísima la idea.
La década del 90 (the "late 90's", porque la primera parte, estuvo mucho mejor) tuvo una parte muy chota en cuanto a "música de moda que suena en todos lados", siempre existen alternativas para que uno escuche la música que quiere y demás, pero cuando invaden cuanto espacio musical haya para pasar cierto tipo de música (que no es del gusto de uno) rompe las bolas jaja.
Ahora, comento además que esto de la "explosión indie" y cierto grado de masificación, también tiene su costado negativo, por el hecho de que el "fenómeno" hace que te tiren por la cabeza con cientos de bandas que hacen música muy parecida, siguiendo determinada fórmula, y eso cansa. Está en uno, claro, luego seleccionar qué le gusta más y a qué prestarle más atención.
Saludos.
Uh, loco, no tengo auriculares. Todavía no compré.
Algún día te vas a tener que sacar esa idea de que escuchando a los Stones o Dylan (o a quien sea) estás abriendo el baúl del ático y removiendo telarañas.
¿Para qué grabar música entonces? Desde el momento en que se graba, deja de tener tiempo; deja de ser solo de quienes vivían o eran jóvenes en aquel momento. Es de la posteridad. De todos los tiempos y todas las edades.
Pero bueno. Acepto la propuesta. Veamos qué nos depara el presente.
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