Beatriz Sarlo, Escenas de la vida posmoderna
El rock fue más que una música y se movió desde un principio con el impulso de una contracultura que desbordó sobre la vida cotidiana. El rock identificó de modo extramusical: sostenida por la música, la cultura rock definió los límites de un territorio donde hubo movilización, resistencia y experimentación (...)
El rock fue un desafío juvenil (posiblemente el último) y no se equivocaron quienes señalaban su potencial subversivo fundado en la emergencia de ideologías libertarias. La rebeldía del rock anuncia un espíritu de contestación que no puede ser escindido de la oleada juvenil que ingresa en la escena política a fines de los sesenta. Podían no ser los mismos protagonistas, pero, incluso diferentes, incluso ingorándose unos a otros, eran parte de un clima cultural.
El rock cumplió uno de sus destinos posibles: ha dejado de ser un programa para convertirse en un estilo. La expansión tardía del rock en la cultura juvenil menos rebelde acompaña el reciclaje de mitos románticos, satánicos, excepcionalistas. Como estilo, el mercado recurre a él, saquea a sus padres fundadores, subraya lo que en ellos había de música pop. (...)
Hoy todo puede recurrir al rock, en la medida en que se ha convertido en una veta de la cultura moderna y sus aspectos subversivos se borran con la muerte de sus héroes o el más piadoso discurso (ecologista, naturista, espiritualista, new age) que adoptan los viejos sobrevivientes.
Hace 5 años.
2 comentarios:
Excelente la elección y la ubicación de las fotos fede...
Las elecciones fueron mías, pero el excelente artículo de Sarlo (muy gráfico en su recorrido crítico) ayudó mucho.
Abrazo!
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